viernes, 15 de octubre de 2010

(...) hubo una constante que me acompañó hasta los 24 años: no tenía novia, ni citas y, prácticamente, no tenía ninguna experiencia con respecto a mujeres. Mentía con respecto a mi virginidad y solía manipular lo que decía a los amigos para que pareciera que yo era un conquistador exigente y que por eso no tenía novia (esperaba a la mujer ideal y, mientras ésta no llegara, mejor andar solo).
Pero la realidad es que yo era un temeroso muchacho que se moría por salir con una mujer, besarla, abrazarla, tener un romance… pero no sabía cómo hacerlo… y entre más pasaba el tiempo, más difícil era (¿han visto la película “Virgen a los 40”?, si es así, sabrán de qué hablo).

Años más tarde, he salido con docenas de chavas, algunas realmente unas princesas. Jóvenes, mayores, rubias, trigueñas, morenas… todas lindas y algunas muy muy guapas. Inteligentes, cultas, ricas, pobres, extrovertidas, tímidas… De ser un muchacho timorato (nerd, pobre, gordo, freacky), pasé a ser un tipo con una merecida fama de conquistador. Puede sonar algo presuntuoso y autocomplaciente, pero lo expongo así para que se aprecie el contraste. Hace unos años no me hubiera atrevido a invitar a salir ni a la que vendía chicles en la esquina y ahora salgo con mujeres guapas, inteligentes, cultas, simpáticas y talentosas...

No hay comentarios:

Publicar un comentario